Tomemos con calma 'Misión imposible: Sentencia mortal - Parte 1'
¿Saben ustedes cuándo un alumno aventajado hace un trabajo claramente superior al de los demás compañeros, aún estando totalmente por debajo de lo que podía haber hecho? Los otros estudiantes quedan boquiabiertos, pero una vez finalizado el gran aplauso general, su maestro destruía toda celebración dando a entender, delante de la integridad de la clase, su decepción, recriminando a su apreciado superdotado haber jugado sobre seguro, sin esforzarse ni aprender. Y es que los profesores deben evaluar a los alumnos en función de sus capacidades. Hoy ―sin ánimo de laurearme de pedagogo―, me toca ser ese maestro cabrón.
Entre 'Misión imposible: Fallout' y 'Top Gun: Maverick', tanto Tom Cruise como Christopher McQuarrie se habían consagrado como los dos mejores productores del mundo, y si me apuran, de la historia. No hay nadie ―y digo, absolutamente nadie― que se atreva a hacer posible lo imposible tal y como ellos. Lo extraordinario es tangible y real. Cada stunt; un juego de vida y muerte captado en cámara. Han explorado horizontes que no solo no fueron explorados hasta su llegada, sino que quizás jamás serán explorados de nuevo. Por esto mismo, no es de extrañar que hubiese ciertas expectativas ―en calidad y taquilla― flotando alrededor de tan magno estreno. Las opiniones vieron la luz, mi emoción creció, y mi decepción llegó. Ver que 'Misión imposible: Sentencia mortal - Parte 1' cuenta con mayor aprobación ―de crítica y público― que las dos cintas antes citadas (objetivamente superiores) me entristece. ¿Por qué hilando mucho menos fino que con anterioridad recibe mayor clamor? Esa pregunta la responderemos más adelante en el camino. Lo que nos incumbe ahora es...
¿Qué salió mal? - Parte 1: Crónica de una producción imposible.
No se hacen ustedes a la idea del absoluto infierno de producción que ha afrontado este título. Si bien la preproducción inició sin inconvenientes en enero de 2019, el rodaje comenzó en el peor momento posible: finales de febrero, 2020. Venecia era la localización de la que esperaban sacar partido, ya que iba a contar con diversos eventos teniendo lugar de manera orgánica, interesantes de captar. La realidad golpeó: para cuando llegaron, ya era una ciudad fantasma. Cabría esperar simplemente retrasos por el COVID, y todo se rodaría más adelante sin mayor problema. Ojalá la vida fuera tan sencilla.
Nicolas Hoult, escogido para ser el villano de la cinta, abandonó el proyecto porque la reestructuración de fechas imposibilitaba su participación, comprometido por contrato con la serie 'The Great'. Su pérdida implicó una modificación sustancial de la historia a rodaje ya iniciado. En estas cintas se forman los personajes a partir de los intérpretes que van escogiendo, y la escasa edad del actor original deduce la imposibilidad de compartir historia con Ethan Hunt, tal y como sí que lo hace el personaje de Esai Morales.
Flashforward a junio del 2020: Tom Cruise consigue un permiso especial para continuar rodando en Reino Unido, reactivando miles de puestos de trabajo, como una de las escasas luces de esperanza que pudo vislumbrar la industria del cine. ¿Todos fueron felices y comieron perdices? Ni mucho menos. Practicaron la escena del salto en motocicleta que todos conocemos, la cual causó un incendio al caer la moto de mala manera y explotar: otro parón, vaya. Aquí es donde empieza el arco de Tom Cruise como villano del set, pues empezaba a estar realmente frustrado ―recordemos que es productor―, y la cinta pasó de presupuestarse en $240.000.000 a costar $291.000.000 (sin contar publicidad).
En octubre; Roma. Otra localización compleja donde se rodaba una secuencia compleja. Persecución en coche con Tom Cruise maniatado. De este mes quizás recordéis el polémico rapapolvos ―un click sobre el azul os refrescará la memoria― que Cruise soltó a dos miembros del equipo que pilló compartiendo un espacio cerrado sin mascarilla. A algunos les pareció comprensible, dada la presión puesta sobre sus hombros, justificado para quienes lo consideraban una falta especialmente grave, y no merecida para otros individuos que creían que si hubiesen estado en su lugar habrían conservado su maravillosa asertividad. Independientemente de la opinión que compartiesen ustedes; la producción se paró de nuevo el 26 de octubre ante la aparición de COVID en el set, alterando una vez más, todo el calendario.
Por suerte, en 2021 pudieron grabar con más normalidad. Entendiendo por más normalidad que les echasen de localizaciones para rodar la secuencia del tren ante los rumores de que iban a dañar un puente considerado patrimonio del lugar. Tren, que por cierto, tuvieron que construir en su totalidad para la película ―dada la falta de almas caritativas dispuestas a prestar un tren para tirar por un barranco―. Una vez encontrada una localización donde se pudiera rodar, hubo otro retraso más: 'Indiana Jones y el dial del destino' (James Mangold, 2023) se encontraba rodando su propia secuencia de tren en ese mismo lugar. Y no era una de las cortas.
Y si he considerado pertinente tanto contexto es porque voy a criticar decisiones tomadas en la película que quizás no sean tanto "decisiones" como resultados / apaños si tenemos en cuenta todo lo anterior. Cualquiera de nosotros se hubiese rendido o entregado un trabajo en inmensamente peores condiciones amparados en las excusas expuestas. Pero no: la cinta está aquí y debe de ser juzgada por lo que es, y no por lo que podría haber sido si las cosas no se hubieran torcido. Todas las producciones afrontan enormes dificultades, solo que la mayoría de las veces no somos conscientes de estas, y despotricamos despreocupados sobre ellas.
¿Qué salió mal? - Parte 2: Crónica de una misión insatisfactoria.
Todos estos problemas, repercuten irremediablemente en la calidad final de la cinta, restando la consistencia que cabría esperar de un producto de primera categoría como son las últimas películas de la dupla Cruise-McQuarrie. Las escenas de acción, al darse en lugares en las que ya de por sí es complicado orquestar nada, se sienten todas a medio gas. Menos imaginativas, más improvisadas, de naturalidad cuestionable. Las coreografías no se sienten orgánicas. Los golpes carecen de potencia y los pasos quedan ridículamente telegrafiados, lo cual no aporta a que te creas cosas como que en un duelo entre espada y daga, gane la daga.
La persecución por Roma, si bien es una set-piece excelente por sí sola, manejando un nivel de comedia increíblemente conseguido ―haciendo reír a toda mi sala, al menos―, no encaja por tono en el conjunto de la saga. La comedia normalmente viene de la exageración, de la mano de la espectacularidad: se retroalimentan siempre, esa es la clave. Pero aquí viene de la inutilidad y el ridículo. La tarjeta amarilla se la termina ganando cuando Hunt resuelve una situación imposible ―o al menos, razonablemente compleja―, la cual involucra un tren, fuera de campo. Sacrifica la credibilidad de la escena y la del propio protagonista en pos de hacer un chiste por corte. Otra payasada por resolución, vaya. Un trueque no favorable para el espectador.
Las esperanzas estaban puestas en que, por lo menos, la película fuera in crescendo, ya que había empezado con un tiroteo en el desierto, correcto pero de lo más genérico, y no daban ganas siquiera de contarlo como secuencia de acción propiamente dicha. ¿Y cuál era la traca final tan anticipada de MI7? El dichoso salto en moto con el que tanto follón nos han dado. Que si era el stunt más peligroso de la carrera de Cruise... que si llevaba siglos de preparación... que si había hecho seis tomas aún saliendo perfecto a la primera... De acuerdo. Lo pillamos. Hay motivos para presumir. Pero lo cierto es que en cámara flojea. Las ruedas de la moto se ven falsas al haber eliminado la rampa artificial mediante CGI y lo más trágico es que cortan demasiado rápido como para que sea realmente impactante. Esto solo tiene una explicación: no había suficiente metraje grabado. Y esta es la pena. No soy ningún experto en cámaras, pero esta gente no hace nada más que inventar rigs para poner cámaras en los sitios más impensables. Podían perfectamente haber grabado uno de esos saltos con un rig personalizado pegado al cuerpo de Tom Cruise para tener material suyo una vez este abre el paracaídas, aunque fuese con una cámara más pequeña y de menor calidad. Pero nada. Salta, miramos el vacío y el vacío nos mira a nosotros. Abre el paracaídas y... ¡corten! La escena está en su integridad en YouTube, prácticamente.
Y todavía sería aceptable si no fuera porque la siguiente vez que le vemos el pelo a Hunt es para que produzca de los más feos Deus Ex Machina que ha visto el blockbuster moderno. En cuanto llega, cualquier persona con una mínima noción de guion mira a sus acompañantes incrédula para exclamar indignado "¡Eso no se hace!". No solo es deshonroso ―un accidente que el protagonista ni pretendía―, no solo denota que no han trabajado lo suficiente en resolver la situación como propiamente se debe, sino que además vuelve a ser de lo más ridículo, a la par que increíble (en el peor de los sentidos). Se carga por completo la suspensión de incredulidad de todo espectador, precipitando el clímax por un barranco con un solo movimiento en falso.
Y ojalá las tragedias de la acción acabasen ahí. Pero los test screenings nos han arrebatado todavía más espectacularidad de la que ya había perdido la película en rodaje. Una de las piezas más tensas, imaginativas y brillantes, es cuando el tren se precipita al vacío, arrastrando poco a poco los vagones consigo mismo. Vagones, por los cuales tienen que cruzar los personajes de Cruise y Haley Atwell como si de los distintos niveles de un videojuego se tratase. Es el punto álgido de todo lo que representa Misión Imposible, como saga, dentro de la película: espectacularidad y dificultad exagerada hasta lo cómico, sin perder la brillantez y la fascinación. La audiencia promedio, a quien le piden opinión, quizás no tenía presente esto, pues convencieron en los pases de prueba al director de que debían recortar vagones. Mutilar su escena más memorable. Y quizás no sepamos nunca si verdaderamente perjudicó o mejoró, pero les apuesto, queridos lectores, que si algún día podemos vislumbrar la secuencia en un corte extendido, nos va a dar mucha pena no haberla podido ver entera en el cine.
Luego, a nivel trama ―más allá del Deus Ex Machina―, empezamos a encontrar las consecuencias de que en esta nueva etapa de Misión Imposible no se trabaje con un guion propiamente dicho. Hay nociones, pero en realidad simplemente tratan de ver como conectan las secuencias de acción entre sí. Las películas surgen de una lista de locuras que les gustaría hacer a T&C. La historia luego ya si eso. Una técnica arriesgada sin duda, y de la que hasta ahora, McQuarrie había salido ileso. Hasta ahora.
Cuesta creer mucho las relaciones interpersonales que se dan en pantalla, desde el afecto aparecido de la nada que tiene Ethan hacia la recién llegada Grace (que no ha hecho otra cosa que ponerle la zancadilla), que se revela al más puro estilo del late motiv ―convertido en meme― de "familia" en Fast & Furious. Tenemos también la redención de otro personaje, cuyo acto redentor, además, implica un esfuerzo físico no verosímil en su estado físico del momento. Luego hay otro personaje que decide desaparecer antes del final, y aunque la película le dedica una escena para reconocerlo, se siente totalmente forzado. Por otra parte, los sentimientos de Ethan quedan inmensamente inexplorados, por no decir que son inexistentes. El desarrollo de personaje ha sido nulo, y hubiese sido tan sencillo como hacerle perder el control en el final, estropear la misión por sus comportamientos impulsivos y que este aprendiese a mantener la cabeza fría si quiere superar la amenaza que sobre ellos se cierne. Quedaría un cierre más interesante. A fin de cuentas, por una cuestión de actos ―al ser solo la mitad de la historia― tendría más sentido.
Otra consecuencia es el bajón de ritmo con respecto al que nos tiene acostumbrados la saga. No porque quieran tomarse más tiempo para desarrollar todo bien, sino que han tenido menos tiempo para elaborar una experiencia más compacta y redonda. Es todo más lento, contenido y redundante. Por ejemplo, hay dos secuencias de exposición dialogada en las que se dice exactamente lo mismo, pareciera que para inflar el metraje en localización. De hecho, hasta el montaje es redundante, incidiendo por encima de lo necesario en planos que no hacen nada más que subrayar una idea que todos hemos pillado a la primera, como si fuéramos tontos, vaya. No tienen ustedes más que revisar la charla entre altos cargos del gobierno del principio, la cual, por cierto, cuenta con una de las estupideces más colosales que se podían haber colado: que nadie vea lo que pasa ahí estando una ventana enorme con la persiana abierta, haciendo de escaparate para cientos de personas ―aparentemente tan ciegas como despreocupado es el causante del caos de esa secuencia―.
Ya si terminamos de ponernos exquisitos, nos encontramos con otros formalismos en los que baja el listón. La película desde el principio declara abiertamente que para ella el eje de acción no existe, produciendo unos saltos inexplicables a nivel narrativo en este mismo, en virtud de lo que (presupongo) es el mero hecho de dar variedad ―ya saben, por eso de que la audiencia de hoy no aguanta viendo el mismo plano más de cuatro segundos―. De normal, no habría problema. La gente se marea menos con los saltos de eje, pero es una pena no buscar un sentido detrás de cada ruptura con esta norma de oro. Y si lo juntas con las angulaciones de cámara holandesas ―recordemos; utilizadas para dar sensación de que algo malo va a acontecer― totalmente aleatorias e inexpresivas, terminamos con conversaciones que parecieran estar ebrias con tantos movimientos innecesarios. En general, todo sea dicho, ha bajado el listón a nivel fotográfico con el recién llegado Fraser Taggart, un novato que ha traído de su mano solamente cámaras digitales por primera vez a la franquicia, sin terminar de exprimir sus inmensas posibilidades ―recordemos la chifladura de fotografía con la que cuenta 'John Wick 4' ―. Nos toca pues, decirle adiós al fotoquímico y saludar a una etapa visualmente extraña para Misión Imposible.
Retomando: ¿Por qué es tan bien valorada? (texto en rojo = spoiler de los primeros 20 minutos)
A título personal solo se me ocurren dos razones. Una es que el cine de acción se está viendo revalorizado por la difusión de todo el trabajo que se le pone a este, sobretodo cuando personas como Keanu Reeves o Tom Cruise ―y todos los miembros de sus respectivos equipos― se dejan la piel para hacer todas las proezas que vemos en la pantalla de la forma más realista posible. Es decir; el espectador cada día es más consciente de que le están tratando como si volara en business cuando hasta ahora le habían hecho viajar en pasajero, pagando lo mismo que por la opción premium. Las redes sociales (YouTube, principalmente) han tenido un gran papel poniendo en valor el increíble trabajo detrás de estas películas concebidas con el humilde propósito de "entretenernos". Además, Tom Cruise está más de moda que nunca: "la última gran estrella de Hollywood". Aun así, le está costando levantar la taquilla de su película ante la llegada de fenómeno Barbenheimer ―una semana de antelación en el estreno les hubiese venido bien―.
¿Y el otro motivo? ¿Qué la puede redimir ante tantos otros ojos? Pues que, quizá, la película cuente con la mejor fuerza antagónica que hemos visto en mucho tiempo dentro de las superproducciones hollywoodienses. Y no; no me refiero al personaje de Esai Morales, sino a otro que ha sido utilizado en otras muchas ocasiones, pero no con la precisión y puntería que han demostrado aquí. El enemigo no es ni más ni menos que una inteligencia artificial autodidacta, autoconsciente y todopoderosa (resumiendo mucho su currículum). Sin lugar a dudas, el 2023 era el año ideal para contar con peligros como el deepfake de rostros y voces ―en tiempo real―, la contratación de personas por una máquina y temas como la desaparición de la verdad. El enemigo habla de los peligros que estamos enfrentando nosotros mismos como sociedad en este mismo momento, y tiene mérito acertar tanto con todo lo que estamos viviendo habiendo empezado pre-producción en 2019. El mal que la cinta representa es aterrador a la par que inmensamente exótico. Eso ha sumado muchos puntos de cara al público y la crítica, y para qué engañarles; para mí también.
Final abierto: Conclusión de un artículo demasiado largo.
Al final del día, mi opinión sobre 'Misión imposible: Sentencia mortal - Parte 1' sigue siendo positiva. La he visto tres veces, y en todas y cada una me lo he pasado como un enano. Me ha encantado poder disfrutar de un trabajo a tan magna escala con mi familia y amigos. La capacidad de Tom Cruise para reunirme con mis seres queridos en la sala, no la tiene nadie. Son películas hechas para ser disfrutadas y compartidas por todos. Cine de entretenimiento universal y colosal. Imperdonable obviar su paso por la cartelera. No demos nada por hecho, hacer un buen cortometraje ya es bastante complicado. Hacer una buena película es una misión imposible. Hacer una buena película de Misión imposible es obra de dioses. Y haber terminado este largometraje en concreto es algo que, sencillamente, no termino de creer. Eso sí que es digno de alabanzas. Sé que es publicidad y que debería tomarme los comentarios con calma, pero los miembros de este enriquecedor engranaje de la saga aseguran que esto no es más que un leve calentamiento de lo que se avecina en la segunda parte. Y de ser eso cierto, no me puedo ni imaginar lo que pueden hacer en una producción que ―esperemos todos― sea mucho menos complicada. Crucemos los dedos para que la huelga de guionistas y actores llegue a buen puerto pronto y... quién sabe. Quizás una vez su hermana llegue, todo esto habrá valido totalmente la pena.
Le deseo toda la taquilla del mundo. Se la merece. Sigue siendo una de las películas con la mejor acción que puedas ver y oír. Pero si Fallout y Maverick ―las cuales considero dos de las cinco mejores películas de acción del siglo XXI― son un 8/10 para mí, a esta cinta no me queda más remedio que concederle un...
6'5/10.
Crucemos los dedos para que Tom no se despeñe haciendo las locuras que esté tramando ahora mismo con tal de entretenernos como nunca el año que viene.
¡Nos vemos en los cines, jóvenes!
(y quizás en YouTube...)